sábado, 8 de mayo de 2010

Yogjakarta – la Triana de Oriente

Decido salir de Jakarta en dirección este hacia Yogjakarta (Yogja) usando el tren, medio de transporte todavía desconocido por mi en esta parte del mundo. Me han hablado muy bien de el y su clase “executive” me auspicia un viaje agradable…



Tras diez interminables horas de tren llego a mi destino. El tren, lejos de parecerse a un tren rápido europeo (que es como te lo venden: el Ekxpress Jakarta), parece el camión de reparto: su velocidad máxima no alcanza los 80 km/h y hace parada en todos lo pueblos por los que pasa.
No he dormido a penas nada pues los 25€ invertidos en el billete “executive” no me aseguraban que ninguna, de la ingente cantidad, de personas que entraban y salian continuamente de mi vagón fuera un rufián capaz de querer cambiar su libertad por conseguir cualquier articulo al alcance de su hábil brazo (por robar una manzana te pueden caer mas de 3 anos de cárcel.) 

Un par de horas antes del arribo a destino y algo más tranquilo con el ritmo de nuestro tren, se descubre sentada a mi lado Dorothea Rosa Herliany, poetisa y editora (http://www._______/), natural de Yogja, quien disfruta revelándome algunos de los secretos y misterios de mi próxima ciudad, mi próximo objetivo, Yogjakarta, Yogja, la ciudad universitaria de Indonesia.

Me alojo en el Lotus Losmen, una casita muy agradable donde me sirven el desayuno en su florida azotea a mi llegada a las 6.30 am. La habitación tiene una terraza privada bastante grande y parece que va a ser un buen sitio para descansar del largo viaje.

Despierto y salgo a la calle para descubrir como cientos de callejuelas se entrelazan para formar el increíble laberinto que forma un muy tupido barrio alrededor de la avenida Jalan Sosrowijaya. Calles muy estrechas, al abrigo del Sol, por donde a veces solo puede pasar una persona y donde otras se abre para dejar espacio a una pista de Badminton (el deporte más jugado en Indonesia), muy utilizada por los genuinos personajes locales.
La ciudad se encuentra en el centro geográfico de Java, en su costa sur, y sus 3,5 millones de habitantes, (los que no están en las universidades) deambulan entre sus cientos de miles de comercios cuando el calor se lo permite.
Mi camisa batik, comprada en “El Corte Ingles” local hace mi estancia en la ciudad mucho más fresca y deja a mi cuerpo respirar con mucha más suavidad.

Con la intención de ir a visitar las maravillosas e increíbles ruinas/templos de Borobudur y Prambanan (ver próxima entrada Borobudur y Pranbanam – los aztecas asiáticos) descubro la mejor empresa para hacer el trayecto de varias horas y el camino conozco a Hero y a Mamo, pareja de japoneses residentes en Australia que acaban de comenzar su viaje juntos.

Recorrer los días posteriores todos los puntos de interés de la ciudad con una pareja de japoneses me da un aire diferente, fresco y renovado. Me gusta su manera de afrontar las situaciones y me dejo llevar. Visitamos el palacio Kraton, los museos (el más importante parecía por dentro un cuarto de baño gigante), el Mercado de Aves y su gran banda de reggae en vivo, el Palacio de Agua, etc. Y nos detenemos un par de horas a disfrutar de las danzas étnicas indonesias que se llevan a cabo por ser domingo en las dependencias oficiales de la ciudad.

Unos días después, cuando mis agradables y humildes compañeros de viaje desaparecen en busca de nuevas experiencias, decido seguir mi viaje. Con la cultura japonesa todavía en la retina, ceno en un restaurante musulmán, caro pero nada turístico y comienzo a pensar en mi nuevo destino: Labuan Bajo y el Volcán Bromo.

Para ver las fotos picha aquí.

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