Cemoro Lawang / Volcan Bromo – el eden de Yoshi

Salimos muy temprano de Yogja en dirección Este, hacia el monte Bromo.

El magnífico autobús se detiene cuando aún no hemos recorrido ni un kilómetro, pues uno de los viajeros (francés) insta al conductor a parar debido a sus necesidades de micción. El chófer, ni corto ni perezoso, lo hace en una calle atestada de tiendas, puestecillos y gente. El primer espacio abierto en la calle lo aprovecha para estacionar y ambos dejan sus fluidos correr calle abajo.

Oh! Un policía los ha visto. Rápidamente se dirige hacia ellos e, ignorando al extranjero, se aproxima al otro con el palo en la mano, listo para descargar. Un muy acalorado discurso autoritario da paso a la esperada orden que el hombre cabizbajo intentaba evitar: tiene que dirigir su autobús hacia la comisaria de policía central. Y para allá que nos vamos!

Una hora y media después, y tras haber hecho uso de los asquerosos baños de la autoridad por todos los pasajeros (incluido el maldito francés), sale el personaje acompañado de un amigo y seguramente de un par de bofetadas más de las que tenia cuando entró.
Pero sin multa, podemos continuar el viaje.

Un magnífico paseo y diez horas después llegamos a nuestra primera parada: Probolingo, la ciudad con más índice de delincuencia de toda Indonesia. Tenemos que cambiar de autobús, y las dos horas de espera las paso conversando con un policía aniñado pero bastante bien uniformado, pistola al cinto, sobre los peligros y ocupaciones de su trabajo en la ciudad. A los diez minutos y tras algunas formalidades previas y ofrecerle un cigarrillo, comienza a relatar con todo detalle las buenas y desagradables costumbres de la policía para con los clientes de los calabozos que alberga la ciudad.

Cuando llega nuestro destartalado bus, subimos en él a Cemoro Lawang, el pueblo que se encuentra en la montaña de camino al volcán que voy a visitar, donde vamos a hacer noche.

El hotel Yoshi’s es una maravilla, sus jardines frondosos y coloridos, sus cuartos estilo pirenaico-indonesio y su clima fresco (comparado con el resto de Java), hacen del lugar un edén.
La rigurosa ducha, con agua caliente por el cambio de clima, y la cena con los compañeros de viaje: los holandeses de origen marroquí Khaled, Yousef y Magic, y la chica belga Joke, hacen la estancia y el sueño increíblemente agradables.

Nos levantamos muy temprano (3.30 am) y nos subimos al Jeep-Bigfoot que ha de llevarnos a ver el nacimiento del dios Sol desde lo alto de la montaña Batok, ya dentro del parque nacional Semeru-Bromo-Tengger. El paseo de más de tres horas por caminos imposibles desemboca en un final trágico y poco apropiado: tras 2 días viajando y muy pocas horas de sueño aparece ante nuestros ojos, a 2.500 metros de altura, un amanecer nublado y gris, sin posibilidades de observar las ostentosas vistas que la cordillera y sus dos volcanes, que tenemos justo en frente, podrían ofrecernos.

Desilusionados nos montamos en el Jeep, hacia nuestro próximo destino. Este nos lleva esperando impasible y dormido durante sus últimos veinte años de vida, uno de esos dos volcanes de los que hablaba, Gunang Bromo.

Una vez nos deja el Jeep, la subida es escalofriante, el camino discurre por el curso de un mar, que se convierte en río según avanzamos hacia la boca del volcán, de lava transformada en cenizas. Sus tierras arenosas y su único color en diferentes tonalidades, que pasan del negro al gris, hacen que el lugar parezca salido directamente de un libro de Stephen King.

La cima se hace en poco más de una hora, y la vista desde allí arriba con el volcán hechando humo sobre nosotros es escalofriante. Máxime con las noticias que llegan de Europa de volcanes explotando y el cercano apocalipsis del mundo conocido. Milenarismo...

Las fotos de rigor, y de vuelta a Probolingo, donde cojo el bus que me llevará, ferry mediante, a Denpasar, en Bali. De ahí a Kuta, las playas y la movida de la isla, a celebrar mi cumpleaños!!!

El eden de Yoshi

Magnifica cena

Desilusion y frio: llevo un chaleco de lana!!

Bonito, eh?