viernes, 2 de abril de 2010

Kuching - La ciudad dormida

Unos días en Singapur son más que suficientes.
Hago la maleta bien temprano y me dirijo a la estación de autobuses para coger el primero que salga de la isla en dirección a Joho Bahru, donde pienso tomar el avión hacia la isla de Borneo.

Tras pasar de nuevo las dos fronteras y un par de cambios de transporte he llegado a la nueva ínsula.
Al estar entrando en Sarawak, de nuevo me hacen pasar la frontera. Los dos estados malayos que se encuentran en Borneo (Sabah y Sarawak) tienen sus propias leyes y se gobiernan independientemente.
El vuelo entre nubes tan densas y la puesta del Sol han sido espectaculares.

Llego tarde a la ciudad, como de costumbre, y trato de alojarme decentemente. Salgo a correr por la ciudad gato (kuching significa gato en malayo), necesito desahogarme. Desde que ando viajando no he tenido la oportunidad de hacer nada de ejercicio aparte de aquel que me provoca tener que desplazar el equipaje. Hecho de menos la actividad con los amigos, los lunes futbiteros y las pachangas padeleras.
Tardo 35 minutos en recorrer el centro de la ciudad, solitaria y tranquila.
Curioso, la mayoría de los locales nocturnos que he visto tienen un enfoque comercial muy latino.

Lo más interesante que puedo encontrar en la ciudad según la guía es el museo de Historia, en el que se encuentra la mejor colección de antigüedades del sudeste asiático. No está nada mal, pero lo que realmente me llama la atención es el río que divide la ciudad; y asimismo los barrios de palafitos que viven en el otro lado, el lado "no evolucionado".

Una vez cruzado, una cometa cae de un árbol en el camino. La recojo sin saber muy bien porqué. Está completa, con sus muchos (luego descubriré que son 100) metros de línea y ningún roto que remendar. Con ella en la mano entro en el barrio y descubro que volar cometas es el deporte preferido de todos los chavales, que de repente me rodean.
Es una delicia contar con tantos expertos en cometas deseando de enseñar al "nuevo" como tirar las cometas de los otros. Los grupos se organizan por barrios y cada uno tiene su líder, que es el que decide que cometa debe caer. Cada uno conoce a su enemigo.

De vuelta de las lecciones, descubro como cada uno explota el paseo del río a su manera: los puestos de comida, ropa y baratijas se amontonan a lo largo de la rambla. 
Lo mejor y más interesante son los puestos de reflexología (masajes de pies) dispuestos en los miradores del paseo...A disfrutar!

Un par de días después, se desvela ante mí la feria del fin de semana. Hay carpas a lo largo de la avenida principal, donde hacen espectáculos, enseñan a los niños civismo y protección, y los clubes de peonza (el segundo deporte de Sarawak) y de cometas (el primero, también llamadas Wau) tienen sus puestos montados. Hay cometas magníficas y las peonzas grandes y pesadas como pesos de balanza son bailadas con destreza por pequeños, para admiración del público.

Al final mi amigo el POLIS me dejo montar la moto por el paseo, y tras la danza los bailarines no pararon de pedirme mi número de teléfono y el hotel donde me alojaba! La vida sexual de los habitantes de Borneo no se muestra nada hostil.

Para ver las fotos, haz clic aquí.

2 comentarios:

Pepita Tomate dijo...

Por eso se te ha roto el teléfono, no? porque los bailarines noo paraban de llamarte...

Unknown dijo...

qué bailas qué?? de eso no me he enterado!! jaja! de que has montado en moto sí, pero no sé si a eso te refieres con bailar!! jaja! por ahora este es el sitio que más me ha gustado de tu viaje, quizás por las cometas XD un besito muy fuerte Jhon! te quiero